Elecciones presidenciales de Guatemala 2023: análisis y reflexiones

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El pasado 20 de agosto se celebró la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en Guatemala, en la que se enfrentaron Sandra Torres, candidata de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), y Bernardo Arévalo, candidato del Movimiento Semilla. Según los datos preliminares del Tribunal Supremo Electoral (TSE), con el 99,7% de las mesas escrutadas, Arévalo obtuvo el 58,09% de los votos, mientras que Torres consiguió el 37,15%. De esta manera, Arévalo se convirtió en el presidente electo de Guatemala para el periodo 2024-2028, en lo que ha sido una sorpresa para muchos observadores y analistas políticos.

Contexto social y antecedentes de la elección

Guatemala es un país de América Central con una población estimada en 17,6 millones de habitantes, según la proyección para 2023 del Instituto Nacional de Estadística. De ellos, el 53,9% vive en el área rural y el 41% pertenece a algún grupo étnico indígena. Guatemala es también un país con grandes contrastes económicos y sociales, con un Índice de Desarrollo Humano (IDH) de 0,663 que lo sitúa en el puesto 127 de 189 países. Según datos del Banco Mundial, el 57% de la población vive en situación de pobreza y el 21,5% en pobreza extrema. Además, Guatemala tiene uno de los índices más altos de desnutrición crónica infantil del mundo, que afecta al 46,5% de los niños menores de cinco años.

Guatemala ha vivido una historia política turbulenta, marcada por golpes de Estado, dictaduras militares, guerras civiles, violaciones de derechos humanos y corrupción. Tras el fin del conflicto armado interno en 1996, se inició un proceso de transición democrática que ha sido interrumpido por varias crisis institucionales. Una de las más recientes fue la destitución del presidente Otto Pérez Molina en 2015, acusado de liderar una red de defraudación aduanera conocida como La Línea. Su sucesor, Jimmy Morales, también enfrentó acusaciones de corrupción y entró en conflicto con la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG), un organismo respaldado por la ONU que investigaba casos de corrupción y crimen organizado. Morales decidió no renovar el mandato de la CICIG y expulsar a su comisionado, Iván Velásquez.

En este contexto, se celebraron las elecciones generales de 2019, en las que se eligieron al presidente y vicepresidente, a los diputados al Congreso y al Parlamento Centroamericano, y a los alcaldes municipales. El proceso electoral estuvo marcado por la polarización política, la desconfianza ciudadana y la judicialización de la contienda. Varios candidatos fueron inhabilitados por distintas razones legales, entre ellos Zury Ríos, hija del exdictador Efraín Ríos Montt; Thelma Aldana, exfiscal general y aliada de la CICIG; y Mario Estrada, detenido en Estados Unidos por supuestos nexos con el narcotráfico. La primera vuelta electoral tuvo lugar el 25 de junio y contó con una participación del 60%, la más baja desde 2003. Los resultados dieron como ganadora a Sandra Torres, con el 16% de los votos, seguida por Bernardo Arévalo, con el 11,8%. Ambos candidatos pasaron a la segunda vuelta electoral.

Perfiles y propuestas de los candidatos

Sandra Torres es una comunicadora social y empresaria de 67 años. Fue primera dama durante el gobierno de su exesposo Álvaro Colom (2008-2012) y coordinadora del Consejo de Cohesión Social. Desde ese cargo impulsó programas sociales como Mi Familia Progresa (Mifapro), Bolsa Solidaria y Comedores Solidarios, dirigidos a las familias más pobres del país. En 2011 intentó postularse a la presidencia, pero fue impedida por la prohibición constitucional de que los familiares del presidente en ejercicio puedan hacerlo. Para sortear ese obstáculo, se divorció de Colom, pero la Corte de Constitucionalidad rechazó su candidatura. En 2015 volvió a postularse y pasó a la segunda vuelta, donde fue derrotada por Jimmy Morales. En 2019 se presentó por tercera vez como candidata de la UNE, el partido que fundó junto a Colom en 2002.

Las propuestas de Torres se basaron en continuar y ampliar los programas sociales que inició como primera dama, así como en eliminar el Impuesto al Valor Agregado (IVA) a los productos de la canasta básica y entregar un bono mensual de 700 quetzales (unos 89 dólares) a las madres de familia a cambio de que envíen a sus hijos a la escuela y a los centros de salud. También prometió mejorar la seguridad ciudadana mediante patrullajes combinados entre la policía y el ejército, recuperar espacios públicos tomados por la delincuencia e implementar un sistema de videovigilancia. En el plano económico, propuso impulsar el turismo, la infraestructura y el desarrollo rural. En el plano social, se mostró conservadora y contraria al aborto y al matrimonio igualitario. Su campaña se caracterizó por el uso intensivo de la propaganda en medios tradicionales y redes sociales, así como por el reparto de regalos, dinero y viajes a sus simpatizantes.

Bernardo Arévalo es un diplomático y político de 50 años. Es licenciado en Relaciones Internacionales por la Universidad Rafael Landívar y tiene una maestría en Estudios Latinoamericanos por la Universidad de Georgetown. Ha sido embajador de Guatemala ante la ONU, la OEA y varios países. Actualmente es diputado al Congreso por el partido Movimiento Semilla, fundado en 2017 por un grupo de profesionales y activistas que se identifican con la lucha contra la corrupción y la defensa de los derechos humanos. Arévalo se postuló como candidato presidencial por primera vez en 2019 y sorprendió al pasar a la segunda vuelta con el apoyo de un sector urbano, joven y educado que buscaba una alternativa al bipartidismo tradicional.

Las propuestas de Arévalo se enfocaron en combatir la corrupción como condición para lograr el desarrollo del país. Para ello planteó reformar el sistema político y electoral, fortalecer el Estado de derecho y la independencia judicial, recuperar los recursos públicos desviados por la corrupción y apoyar el trabajo de las instituciones encargadas de investigar y sancionar los actos ilícitos. También propuso mejorar la educación, la salud y la seguridad social mediante una mayor inversión pública financiada por una reforma tributaria progresiva. En el ámbito de la seguridad ciudadana, planteó una estrategia integral que incluyera prevención, control, sanción y rehabilitación. En el plano económico, planteó impulsar la innovación, la competitividad, el empleo digno y el desarrollo sostenible. En el plano social, se mostró progresista y favorable a los derechos de las mujeres, los pueblos indígenas y las diversidades sexuales. Su campaña se basó en el contacto directo con los ciudadanos, el uso creativo de las redes sociales y el rechazo a las prácticas clientelares.

Análisis del resultado

El resultado de la segunda vuelta electoral ha sido una victoria contundente de Bernardo Arévalo sobre Sandra Torres, con una diferencia de más de 20 puntos porcentuales. Esto significa que Arévalo logró captar gran parte del voto que en la primera vuelta se había dispersado entre otros candidatos o se había expresado mediante el voto nulo o blanco. Según los datos del TSE, Arévalo obtuvo más votos que Torres en 19 de los 22 departamentos del país, incluyendo los más poblados como Guatemala, Quetzaltenango, Huehuetenango y Alta Verapaz. Solo perdió en Petén (el departamento natal de Torres), Izabal y Zacapa. Además, Arévalo aumentó su votación en más del 400% respecto a la primera vuelta, pasando de 608,083 votos a 3,082,051 votos. Torres, en cambio, solo incrementó su votación en un 32%, pasando de 1,112,939 votos a 1,474,307 votos. Esto indica que Arévalo logró movilizar y convencer a un electorado más amplio y diverso que Torres, que se quedó con el voto duro de su partido y de sus aliados.

¿Qué factores explican este resultado? Se pueden mencionar varios, pero quizás los más relevantes son los siguientes:

  • El rechazo a la continuidad del modelo político y económico representado por Torres y la UNE, que ha sido asociado con la corrupción, el clientelismo, el autoritarismo y el neoliberalismo. Arévalo supo capitalizar el descontento y la indignación de la ciudadanía con el sistema y presentarse como una opción de cambio y esperanza.
  • El apoyo de las fuerzas progresistas y democráticas del país, que se unieron en torno a la candidatura de Arévalo como una forma de frenar el avance de la derecha conservadora y reaccionaria. Arévalo recibió el respaldo de varios partidos políticos, organizaciones sociales, movimientos estudiantiles, colectivos artísticos, medios de comunicación alternativos y personalidades públicas que compartían su visión de transformación social.
  • El papel de las redes sociales como herramientas de comunicación, movilización y participación política. Arévalo supo aprovechar el potencial de las plataformas digitales para difundir sus propuestas, generar empatía con los usuarios, crear una comunidad de seguidores y contrarrestar las campañas de desinformación y desprestigio que se lanzaron en su contra. Según un estudio de la empresa Socialbakers, Arévalo fue el candidato que más interacciones generó en Facebook e Instagram durante la campaña electoral.

Reflexiones finales

Las elecciones presidenciales de Guatemala 2023 han sido un hito histórico para la democracia del país. Por primera vez, un candidato emergente y progresista ha logrado derrotar a una candidata tradicional y conservadora, con una amplia ventaja y una alta legitimidad. Esto abre una oportunidad para iniciar un proceso de reformas estructurales que permitan superar los problemas históricos que aquejan al país: la pobreza, la desigualdad, la violencia, la corrupción y la exclusión.

Sin embargo, también plantea grandes desafíos para el futuro gobierno de Arévalo. Por un lado, tendrá que enfrentar la resistencia y la oposición de los sectores más poderosos del país, que no están dispuestos a ceder sus privilegios ni a aceptar los cambios que propone. Por otro lado, tendrá que cumplir con las altas expectativas y demandas de la ciudadanía, que le ha otorgado su confianza y su apoyo. Para ello, necesitará construir alianzas estratégicas con otros actores políticos y sociales, fortalecer las instituciones democráticas y garantizar la transparencia y la rendición de cuentas.

Finalmente, cabe destacar el rol que han tenido las redes sociales en estas elecciones. Estas han demostrado ser un espacio vital para el ejercicio de la ciudadanía activa y crítica, así como para el fomento de la cultura política y cívica. Sin embargo, también han evidenciado los riesgos y amenazas que implican para la democracia: la manipulación, la polarización, el odio y la intolerancia. Por eso, es necesario promover un uso responsable y ético de las redes sociales, así como educar a los usuarios sobre cómo verificar la información que reciben y cómo expresar sus opiniones con respeto y argumentos.

Estoy inmerso en el mundo de la publicidad, Social Media, Marketing Político, hasta postproducción de video. Soy CEO en @cuboAC. Adoro el voleibol y programo desde los 11 años.

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